Esta noche no encuentro el modo. No lo he resuelto y ni hablar puedo. Observo al pueblo perdido y a sus múltiples oraciones, saben que no depende la salvación de lo que escuche ni decida deslavar aquel grande resplandor. Pidiendo ayuda, encontrando las paredes tapizadas con tamales, crucificando su propia lengua con sus talones para pedir el milagro. Pedazo insufrible de lamento, toma un corneto y lava los trastes al igual que tus implantes, no olvides hacerlo mientras lo comento, el retumbar de mis graves te hará darte cuenta de lo liviano que se vuelve el calor al medio día y lo seco que es tener sexo en medio del cemento. Tu oficio solitario te ha vuelto dependiente del nextel, maldito harapo ha de convertirte en trapo con choquilla y miel.
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