Y entonces fue cuando me dio por dibujarte,
tomé un mecate y lo remojé en leche,
dibuje con una pastilla tus sangradas mejillas
y les quité color, lo sustituí con amor y
le agregué un poco de sudor a la saliva sobrante
lo puse en un estante y ahora le puse una sombrilla,
es tu sonrisa amarilla la que con el tiempo
me va curar de espanto, ya no te quiero tanto
ni yo te importo por igual,
me voy a desdibujar la memoria
pues puede así sea tu hombre ideal.
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