Profundo pero no oscuro, difícil de engañar, se asoma entre la sombra sin siquiera balbucear.
Distante y sencillo, café pero no absurdo se transforma en un perro vagabundo cada vez que le veo corriendo al vacío.
Sus orejas brillan pero no alumbran mis mentiras, sostengo su boca para evitar besarle. Otra noche vendrá y mañana seguiré esperando a la salamandra.
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